Por Andrés Scherer
Julio 2013
A través del oscuro bosque Anna corría intentado escapar de sus problemas y de la sociedad, que según ella, eran los culpables de todos los sentimientos que sufría. Ella pensaba que era demasiado dolor para una simple chica, que no era justo y que al ser diferente las personas la consideraban una diosa oscura.
A través del oscuro bosque Anna corría intentado escapar de sus problemas y de la sociedad, que según ella, eran los culpables de todos los sentimientos que sufría. Ella pensaba que era demasiado dolor para una simple chica, que no era justo y que al ser diferente las personas la consideraban una diosa oscura.
Con una delgada y fría daga en la
mano y con el profundo pensamiento de clavarlo en sus coloridas venas, Anna
pisaba lodosos charcos y sus zapatos se embarraban. «Mis zapatos no podrían estar peor», pensó pero a ella no le importaba ya que serían los
últimos que utilizaría.
Acercándose a lo más profundo del
bosque, las temblorosas raíces de los frondosos y grandes árboles se movían
como si tuvieran vida propia. Anna intentaba serpentearlas para no tropezar
pero era casi inevitable. Al detenerse por el agotamiento, la chica de cabello
negro y profundos ojos pudo divisar el extraño movimiento que las raíces
hacían. Parecía que intentaban formar alguna frase. Al leerla, Anna
quedó impactada.
“A los ojos del humano, la serpiente
del lago, hace temblar y sollozar”.
Anna corrió lo más que pudo pero
tropezó con algo y rodó colina abajo hasta que logró aferrarse a algo y
detenerse. Abrió sus bellos ojos celestes y contempló un oscuro lago. Anna
metió la mano para limpiarse un poco la cara pero
la sacó al instante. Estaba congelada. La chica decidió sentarse para
observarlo. «Después de todo será lo último que veré… es irónico, moriré viendo
algo diferente. »
Anna sentía que bajo el agua rondaba
una criatura. No sabía qué era pero sentía un escalofrío que recorría su
pierna. Fue entonces cuando comenzó a ver pequeños destellos naranjas y rojos.
Parecía que hubiese un gas bajo el agua que provocara aquella ilusión. De
pronto del agua comenzaron a salir burbujas.
Parecía que había algo debajo que las provocaba y Anna creía que era también el causante de los destellos.
Unos ojos rojos y oscuros salieron
del lago asomando nada más la frente. Anna se asustó y pegó un grito ahogado.
La criatura serpenteó hasta Anna y sin salir del agua comenzó a sonreír
macabramente. Anna comenzó a ver su piel y veía
pequeñas escamas de colores muy brillantes pero que no se podían observar bien
gracias a los destellos. El dragón la miró fijamente a los ojos y Anna correspondió. Parecía que la hipnotizaba para hacerla ver algo.
Finalmente la mirada de Anna cedió.
El dragón parecía haberla enviado a un mundo parecido al infierno. Era oscuro y
por todos lados había sangre. Anna volteaba a todos lados y cada vez se sentía
peor. Una voz comenzó a oírse: “Soy el dragón del lago y espero
que de todos los lugares a los que hayas ido, éste sea el más tenebroso que hayas
conocido”.
Hombres aparecían con grandes navajas
degollando personas y animales. Civiles eran torturados siendo marcados como a
las vacas y a otros sufrían sobre las brasas hirvientes. Muchos
eran juzgados bajo sus propios problemas siendo arrojados a
su propio barranco.
“De todos estos problemas el
que menos importa es el tuyo, así que aléjate, no perteneces aquí. Suelta esa
delgada hoja y corre. Siempre puede ser peor… y si continúas así, yo mismo seré
tu verdugo y opresor”, le dijo el dragón telepáticamente.
Anna se despegó de la encarnada
mirada del dragón, arrojó la daga al lago y veía como la serpiente sonreía y se
alejaba de nuevo a lo profundo del lago. Se puso de pie y se fue corriendo de
nuevo a casa y con un nuevo ideal. Las raíces otra
frase generaron.
“A los ojos del humano, la serpiente
del lago, hace iluminar”.
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